lunes, 13 de diciembre de 2010

Exitoso operativo en gamarra

La vida a veces es tan frágil y tan vana para muchos, por lo menos cuando de una vida ajena se trata. Cuando  los medios de comunicación empezaron a trasmitir que un tipo había secuestrado a varias personas en Gamarra, todo el Perú quiso saber más, miles de curiosos se agolpaban alrededor del lugar de los hechos sin importarles su integridad.
Para la noche, todo había acabado, los rehenes habían sido liberados; la policía lanzaba vítores y la prensa anunciaba que había sido una operación exitosa. Cuando en la noche las noticias estaban inundadas por los videos exclusivos, una imagen apareció: El secuestrador ensangrentado yacía tirado en el piso, aun respiraba y los policías impávidos observaban.
Que usted sea un delincuente o una persona con algún trastorno mental o con habilidades diferentes, ¿le quita derechos? ¿hace que su vida valga menos? Claro que no. Seguramente si aquel hombre hubiera sido su hermano, su primo, o su vecino, si se hubiera sensibilizado con la idea de que nadie merece que simplemente lo dejen morir. Aquel hombre inicio aquella tarde la locura más grande de su vida, mejor dicho, la última de su vida. Aquel hombre jamás nos contara que lo motivo a cometer ese secuestro, no pagara por su delito en una cárcel o pasara una larga estancia en algún Centro de Salud Mental, porque, para salvaguardar la vida de los rehenes, había que matarlo.
Esta no es una oda a este hombre, este es un manifiesto hacia la vida, hacia el respeto de la misma, seamos como seamos. No podemos sin más matar a un compatriota, aun siendo un delincuente, un loco o como queramos calificarlo, siempre cabe dar una segunda oportunidad, siempre queda el poder elegir hacia dónde vamos. Debemos de formar hombres que puedan elegir adecuadamente y si no es así, no somos los indicados para quitar la vida, a nadie, más bien deberia llenarlos la intención y la acción de entender, de ayudar y  no ir por el camino más fácil de juzgar y condenar.
La muerte es dictada por la naturaleza, los años o Dios (si creen en uno), así que seamos conscientes de lo humanos que somos y aprendamos a mirarnos como hermanos, no como enemigos o como un simple delincuente que murió siguiendo una locura.

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